En todo Bautismo se realiza el llamado Exorcismo simple, una oración en la que el niño es sustraído del poder del maligno y es fortalecido contra las «fuerzas y poderes» que ha derrotado Jesús. El exorcismo solemne es una oración, mediante la cual, por el poder de Jesús, un cristiano bautizado es sustraído a la influencia y al poder del maligno; este exorcismo se realiza en contadas ocasiones y sólo después de un riguroso examen.
Lo que se representa en las películas como «exorcismo» no se corresponde, en la mayoría de los casos, con la verdad de Jesús y de la Iglesia. Se narra con frecuencia en los Evangelios que Jesús expulsaba demonios. Tenía poder sobre poderes y fuerzas malignas y podía liberar a personas sometidas a ellos. Jesús dio a los apóstoles «autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia». Lo mismo hace la Iglesia, cuando un Sacerdote, que ha recibido este encargo, pronuncia la oración del exorcismo sobre una persona que lo solicita. Antes se excluye que se trate de un fenómeno psíquico (estos asuntos son competencia del psiquiatra). En el exorcismo se trata de rechazar una tentación y un asedio espiritual y de la liberación del poder del maligno.