Dios ha hecho al hombre y a la mujer el uno para el otro para que «ya no sean dos, sino una sola carne»: de esta forma deben vivir el amor, ser fecundos y así convertirse en signo del mismo Dios, que no es otra cosa que amor desbordante.
Dios ha hecho al hombre y a la mujer el uno para el otro para que «ya no sean dos, sino una sola carne»: de esta forma deben vivir el amor, ser fecundos y así convertirse en signo del mismo Dios, que no es otra cosa que amor desbordante.