Salmo 73
¿Por qué les va bien a los malos?
Salmo de Asaf.
¡Qué bueno es Dios para el justo,
Dios para los limpios de corazón!
Pero yo por poco doy un mal paso,
casi resbalaron mis pisadas:
porque envidiaba a los perversos,
viendo prosperar a los malvados.
Para ellos no hay sinsabores,
están sanos y orondos;
no pasan las fatigas humanas,
ni sufren como los demás.
Por eso su collar es el orgullo,
y los cubre un vestido de violencia;
de las carnes les rezuma la maldad,
el corazón les rebosa de malas ideas.
Insultan y hablan mal,
y desde lo alto amenazan con la opresión.
Su boca se atreve con el cielo.
Y su lengua recorre la tierra.
Por eso se sientan en lo alto
y las aguas no los alcanzan.
Ellos dicen: «¿Es que Dios lo va a saber,
se va a enterar el Altísimo?».
Así son los malvados:
siempre seguros, acumulan riquezas.
Y dije: ¿para qué he limpiado yo mi corazón
y he lavado en la inocencia mis manos?
¿Para qué aguanto yo todo el día
y me corrijo cada mañana?
Si yo dijera: «Voy a hablar con ellos»,
renegaría de la estirpe de tus hijos.
Meditaba yo para entenderlo,
porque me resultaba muy difícil.
Hasta que entré en el santuario de Dios,
y comprendí el destino de ellos.
Es verdad: los pones en el resbaladero,
los precipitas en la ruina.
En un momento causan horror,
y acaban consumidos de espanto.
Como un sueño al despertar, Señor,
al despertarte desprecias sus sombras.
Cuando mi corazón se agriaba
y me punzaba mi interior,
yo era un necio y un ignorante,
yo era un animal ante ti.
Pero yo siempre estaré contigo,
tú agarrarás mi mano derecha;
me guías según tus planes,
y después me recibirás en la gloria.
¿No te tengo a ti en el cielo?
Y contigo, ¿qué me importa la tierra?
Se consumen mi corazón y mi carne;
pero Dios es la roca de mi corazón y mi lote perpetuo.
Sí: los que se alejan de ti se pierden;
tú destruyes a los que te son infieles.
Para mí lo bueno es estar junto a Dios,
hacer del Señor Dios mi refugio,
y contar todas tus acciones
en las puertas de Sión.