Iglesia viene del griego ekklesía = los convocados. Todos nosotros, quienes hemos sido bautizados y creemos en Dios, somos convocados por el Señor. Y juntos somos la Iglesia. Como dice san Pablo, Cristo es la Cabeza de la Iglesia. Nosotros somos su Cuerpo.
Cuando recibimos los sacramentos y escuchamos la Palabra de Dios, Cristo está en nosotros y nosotros estamos en él: esto es la iglesia. La estrecha comunión de vida de todos los bautizados con Cristo es descrita en la Sagrada Escritura con una gran riqueza de imágenes. A veces se habla del Pueblo de Dios, otras de la esposa de Cristo; unas veces se llama madre a la Iglesia, otras, la familia de Dios o se la compara con los invitados a una boda. Nunca es la Iglesia una mera institución, nunca sólo la «Iglesia oficial», que uno podría rechazar. Nos irritarán las faltas y los defectos que se dan en la Iglesia, pero no nos podemos distanciar nunca de ella, porque Dios ha optado por ella de forma irrevocable y no se aleja de ella a pesar de todos sus pecados. La Iglesia es la presencia de Dios entre nosotros los hombres. Por eso debemos amarla.