Dejando al margen el hecho de que los preservativos no ofrecen una protección totalmente segura frente a la infección, la Iglesia rechaza el uso del preservativo para luchar contra el SIDA por ser un medio mecánico unilateral y apuesta sobre todo por una nueva cultura de las relaciones humanas y por el cambio de la conciencia social
Únicamente la práctica de la fidelidad y la renuncia a contactos sexuales superficiales protegen eficazmente contra el sida y educan en una relación integral del amor. Pertenecen a ello el respeto de la igual dignidad de hombres y mujeres, la preocupación por la salud de la familia, el control responsable de los deseos impulsivos y también la renuncia a la unión sexual fuera del matrimonio. En países de África donde se ha promovido un comportamiento como éste mediante amplias campañas sociales, se ha podido reducir con claridad la tasa de infecciones. Además de esto la Iglesia hace todo lo posible para ayudar a las personas que están afectadas por el sida.