¿Tenía Jesús un alma, un espíritu y un cuerpo como nosotros?
Sí. Jesús «trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre» (Concilio Vaticano II).
A la humanidad plena de Jesús pertenece también que tuviera un alma y que se desarrollara espiritualmente. En esta alma estaba radicada su identidad humana y su particular autoconciencia. Jesús conocía su unidad con su Padre celeste en el Espíritu Santo, por quien se dejaba guiar en todas las situaciones de su vida.