Las pasiones existen para que, por medio de emociones fuertes y percepciones claras de lo justo seamos atraídos hacia el bien y rechacemos el mal.
Dios ha hecho al hombre de tal modo que pueda amar y odiar, desear algo o despreciarlo, ser atraído por algunas cosas y tener miedo ante otras, que esté lleno de alegría, de tristeza o de ira. En el fondo de su corazón el hombre siempre ama el bien y odia el mal, o lo que considera como tal.