María fue mucho más que un mero instrumento pasivo de Dios. También mediante su asentimiento activo se realizó la Encarnación de Dios.
Al ángel que le dijo que daría a luz al «Hijo del Altísimo», María le respondió: «Hágase en mí según tu palabra». La salvación de la humanidad por medio de Jesucristo comienza por tanto con una solicitud de Dios, con el consentimiento libre de una persona, y con un embarazo antes de que María estuviera casada con José. A través de estos caminos tan poco comunes, María se convirtió para nosotros en la «puerta de la Salvación».