La fe es saber y confiar. Tiene siete rasgos:
- La fe es un puro don de Dios, que recibimos, si lo pedimos ardientemente.
- La fe es la fuerza sobrenatural que nos es necesaria para obtener la salvación.
- La fe exige la voluntad libre y el entendimiento lúcido del hombre cuando acepta la invitación divina.
- La fe es absolutamente cierta, porque tiene la garantía de Jesús.
- La fe es incompleta mientras no sea efectiva en el amor.
- La fe aumenta si escuchamos con más atención la voz de Dios y mediante la oración estamos en un intercambio vivo con él.
- La fe nos permite ya ahora gustar por adelantado la alegría del cielo.
Muchos dicen que creer les parece poco, que quieren saber. Pero la palabra «creer» tiene dos significados diferentes: cuando un paracaidista pregunta al empleado del aeropuerto: ¿Está bien preparado el paracaídas?, y aquél le responde, indiferente: «Creo que sí», no será suficiente para él; esto quiere saberlo seguro. Pero si ha pedido a un amigo que le prepare el paracaídas, éste le contestará a la misma pregunta: «Sí, lo he hecho personalmente. ¡Puedes confiar en mí!». Y el paracaidista replicará: «Te creo». Esta fe es mucho más que saber: es certeza. Y ésta es la fe que hizo partir a Abraham a la tierra prometida, ésta es la fe que hizo que los mártires perseveraran hasta la muerte, ésta es la fe que aún hoy mantiene en pie a los cristianos perseguidos. Una fe que afecta a todo el hombre.