octubre 18, 2024

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Iglesia de San Miguel de Lillo

Muy cerca de la ciudad de Oviedo, en el monte Naranco (Narantium en latín) se puede visitar la iglesia dedicada a San Miguel, que originalmente estuvo consagrada a Santa María.

San Miguel de Lillo (Lillo procede de “lignum”, madera en latín), como es conocida desde antiguo, constituye la iglesia palatina del conjunto de edificios que el rey Ramiro I mandó construir durante su breve reinado a mediados del siglo IX, en este tranquilo paraje del monte Naranco, a modo de ciudadela regia. Se conserva sólo una tercera parte del edificio original, que se derrumbó parcialmente a finales del siglo XI.

“Entretanto el dicho rey fundó una iglesia en memoria de Santa María (la actual iglesia de San Miguel de Lillo) en la falda del monte Naranco, distante de Oviedo dos millas, de admirable belleza y hermosura perfecta y, para referirme a otras de sus hermosuras, tiene una bóveda apoyada en varios arcos, y está construida solamente con cal y piedra; si alguien quisiera ver un edificio similar a ése, no lo hallará en España” (Crónica ad Sebastianum, año 885).

Esta alusión a Ramiro I de Asturias, que recoge una crónica de la época, resume muy bien la singularidad de la construcción ante la que nos hayamos.

El vestíbulo y el arranque de las tres naves es lo que queda de la primitiva planta. Sobre el vestíbulo se halla la tribuna real, a la que asciende por angostas escaleras, y en la tribuna hay dos pequeñas estancias, a sendos lados, posiblemente para descanso del rey y de la reina, en ceremonias largas. Sobre la tribuna hay otra pequeña estancia, que no tiene acceso. Se usa por primera vez columnas en lugar de pilares en la arquitectura asturiana. Las cubiertas son de bóveda de medio cañón formuladas en tramos que alternan sus ejes entre sí -transversal y longitudinal- y, al propio tiempo, con los de la nave central. La bóveda de cañón está reforzada con arcos fajones, técnica constructiva que se usará más tarde en edificaciones románicas como la catedral de Santiago de Compostela.

La rica decoración tiene una clara influencia bizantina, con varios grupos de grabados escultóricos, de entre los que destacan las figuras circenses de un domador de leones y un saltimbanqui, que pudieran representar la celebración del nombramiento oficial que muestra el relieve superior, con un personaje regio sentado junto a dos de sus cortesanos. Las pinturas, que muestran figuras humanas y han resistido al paso del tiempo, están consideradas las primeras representaciones pictóricas que se conocen de la península ibérica.

Al contemplar el edificio desde el exterior se aprecia mejor la clara intención del arquitecto de dotar a la iglesia de una altura considerable para lograr un edificio esbelto que impresionara por su audacia y belleza, y moviera a la fe a los visitantes de cualquier época.

Aún hoy podemos sentir el espíritu de aquellos anónimos artistas que nos legaron este hermoso edificio con anhelo de eternidad y de búsqueda de lo divino. Dejémonos inspirar por ese mismo espíritu de belleza y armonía en medio de este silencioso paisaje que invita a la contemplación.

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