enero 15, 2025

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Salmo 119 – Salmo de la ley

Salmo 119 - Salmo de la ley | vida intachable | ley Señor | honestamente

Salmo 119
Salmo de la ley

(Álef) Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la ley del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón;
el que, sin cometer iniquidad,
anda por sus senderos.
Tú promulgas tus mandatos
para que se observen exactamente.
Ojalá esté firme mi camino,
para cumplir tus decretos;
entonces no sentiré vergüenza
al mirar todos tus mandatos.
Te alabaré con sincero corazón
cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero guardar tus decretos exactamente,
tú no me abandones.

(Bet) ¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.
Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos.
En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.
Bendito eres, Señor,
enséñame tus decretos.
Mis labios van enumerando
todos los mandamientos de tu boca;
mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.
Medito tus mandatos,
y me fijo en tus sendas;
tus decretos son mi delicia,
no olvidaré tus palabras.

(Guímel) Haz bien a tu siervo: viviré
y cumpliré tus palabras;
ábreme los ojos, y contemplaré
las maravillas de tu ley;
soy un forastero en la tierra:
no me ocultes tus promesas.
Mi alma se consume, deseando
continuamente tus mandamientos;
reprendes a los soberbios,
malditos los que se apartan de tus mandatos.
Aleja de mí las afrentas y el desprecio,
porque observo tus preceptos;
aunque los nobles se sienten a murmurar de mí,
tu siervo medita tus decretos;
tus preceptos son mi delicia,
tus enseñanzas son mis consejeros.

(Dálet) Mi alma está pegada al polvo:
reanímame con tus palabras;
te expliqué mi camino, y me escuchaste:
enséñame tus mandamientos;
instrúyeme en el camino de tus mandatos,
y meditaré tus maravillas.
Mi alma llora de tristeza,
consuélame con tus promesas;
apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu ley;
escogí el camino verdadero,
deseé tus mandamientos.
Me apegué a tus preceptos,
Señor, no me defraudes;
correré por el camino de tus mandatos
cuando me ensanches el corazón.

(He) Muéstrame, Señor, el camino de tus decretos,
y lo seguiré puntualmente;
enséñame a cumplir tu ley
y a guardarla de todo corazón;
guíame por la senda de tus mandatos,
porque ella es mi gozo.
Inclina mi corazón a tus preceptos,
y no al interés;
aparta mis ojos de las vanidades,
dame vida con tu palabra;
cumple a tu siervo la promesa
para que se mantenga tu temor.
Aparta de mí la afrenta que temo,
porque tus mandamientos son amables;
mira cómo ansío tus mandatos:
dame vida con tu justicia.

(Vau) Señor, que me alcance tu favor,
tu salvación según tu promesa:
así responderé a los que me injurian,
que confío en tu palabra;
no quites de mi boca las palabras sinceras,
porque yo espero en tus mandamientos.
Cumpliré sin cesar tu ley,
por siempre jamás;
andaré por un camino ancho,
buscando tus mandatos;
comentaré tus preceptos ante los reyes,
y no me avergonzaré.
Serán mi delicia tus mandatos,
que tanto amo;
levantaré mis manos hacia tus decretos, que tanto amo,
 y recitaré tus mandatos.

(Zain) Recuerda la palabra que diste a tu siervo,
de la que hiciste mi esperanza;
este es mi consuelo en la aflicción:
que tu promesa me da vida;
los insolentes me insultan sin parar,
pero yo no me aparto de tu ley.
Recordando tus antiguos mandamientos,
Señor, quedé consolado;
sentí indignación ante los malvados,
que abandonan tu ley;
tus decretos eran mi canción
en tierra extranjera.
De noche pronuncio tu nombre,
Señor, y, velando, tu ley;
esto es lo que a mí me toca:
guardar tus decretos.

(Jet) Mi porción es el Señor;
he resuelto guardar tus palabras;
de todo corazón busco tu favor:
ten piedad de mí, según tu promesa;
he examinado mi camino,
para enderezar mis pies a tus preceptos.
Con diligencia, sin tardanza,
observo tus mandatos;
los lazos de los malvados me envuelven,
pero no olvido tu ley;
a media noche me levanto para darte gracias
por tus justos mandamientos.
Soy amigo de los que te temen,
y guardan tus mandatos;
Señor, de tu bondad está llena la tierra;
enséñame tus decretos.

(Tet) Has dado bienes a tu siervo,
Señor, con tus palabras;
enséñame la bondad, la prudencia y el conocimiento,
porque me fío de tus mandatos;
antes de sufrir, yo andaba extraviado,
pero ahora me ajusto a tu promesa.
Tú eres bueno y haces el bien;
instrúyeme en tus decretos;
los insolentes urden engaños contra mí,
pero yo custodio tus mandatos de todo corazón;
tienen el corazón espeso como grasa,
pero mi delicia es tu ley.
Me estuvo bien el sufrir,
así aprendí tus decretos;
más estimo yo la ley de tu boca
que miles de monedas de oro y plata.

(Yod) Tus manos me hicieron y me formaron:
instrúyeme para que aprenda tus mandatos;
los que te temen verán con alegría
que he esperado en tu palabra;
reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos,
que con razón me hiciste sufrir.
Que tu bondad me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo;
cuando me alcance tu compasión, viviré,
y tu ley será mi delicia;
que se avergüencen los insolentes
del daño que me hacen;
yo meditaré tus mandatos.
Vuelvan a mí los que te temen
y hacen caso de tus preceptos;
sea mi corazón perfecto en tus decretos,
así no quedaré avergonzado.

(Kaf) Me consumo ansiando tu salvación,
y espero en tu palabra;
mis ojos se consumen ansiando tus promesas,
mientras digo: «¿Cuándo me consolarás?».
Estoy como un odre puesto al humo,
pero no olvido tus decretos.
¿Cuántos serán los días de tu siervo?
¿Cuándo harás justicia de mis perseguidores?
Me han cavado fosas los insolentes,
ignorando tu ley;
todos tus mandatos son verdaderos,
sin razón me persiguen, protégeme.
Casi dieron conmigo en la tumba,
pero yo no abandoné tus mandatos;
por tu bondad dame vida,
para que observe los preceptos de tu boca.

(Lámed) Tu palabra, Señor, es eterna,
más estable que el cielo;
tu fidelidad, de generación en generación;
fundaste la tierra y permanece;
por tu mandamiento subsisten hasta hoy,
porque todo está a tu servicio.
Si tu ley no fuera mi delicia,
ya habría perecido en mi desgracia;
jamás olvidaré tus mandatos,
pues con ellos me diste vida;
soy tuyo, sálvame,
que yo consulto tus mandatos.
Los malvados me esperaban para perderme,
pero yo meditaba tus preceptos;
he visto el límite de todo lo perfecto:
tu mandato se dilata sin término.

(Mem) ¡Cuánto amo tu ley!:
todo el día la estoy meditando;
tu mandato me hace más sabio
que mis enemigos,
siempre me acompaña;
soy más docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos.
Soy más sagaz que los ancianos,
porque cumplo tus mandatos;
aparto mi pie de toda senda mala,
para guardar tu palabra;
no me aparto de tus mandamientos,
porque tú me has instruido.
¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca!
Considero tus mandatos,
y odio el camino de la mentira.

(Nun) Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos;
¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa.
Acepta, Señor, los votos que pronuncio,
enséñame tus mandatos;
mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu ley;
los malvados me tendieron un lazo,
pero no me desvié de tus mandatos.
Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón;
inclino mi corazón a cumplir tus decretos,
siempre y cabalmente.

(Sámek) Detesto a los inconstantes
y amo tu ley;
tú eres mi refugio y mi escudo,
yo espero en tu palabra;
apartaos de mí los perversos,
y cumpliré los mandatos de mi Dios.
Sostenme con tu promesa, y viviré,
que no quede frustrada mi esperanza;
dame apoyo, y estaré a salvo,
me fijaré en tus decretos sin cesar;
desprecias a los que se desvían de tus decretos,
sus proyectos son engaño.
Tienes por escoria a los malvados,
por eso amo tus preceptos;
mi carne se estremece con tu temor,
y me estremecen tus juicios.

(Ayin) Practico la justicia y el derecho,
no me entregues a mis opresores;
da fianza en favor de tu siervo,
que no me opriman los insolentes;
mis ojos se consumen aguardando
tu salvación y tu promesa de justicia.
Trata con misericordia a tu siervo,
enséñame tus decretos;
yo soy tu siervo: dame inteligencia,
y conoceré tus preceptos;
es hora de que actúes, Señor:
han quebrantado tu ley.
Yo amo tus mandatos
más que el oro purísimo;
por eso aprecio tus decretos
y detesto el camino de la mentira.

(Pe) Tus preceptos son admirables,
por eso los guarda mi alma;
la explicación de tus palabras ilumina,
da inteligencia a los ignorantes;
abro la boca y respiro,
ansiando tus mandamientos.
Vuélvete a mí y ten misericordia,
como es tu norma con los que aman tu nombre;
asegura mis pasos con tu promesa,
que ninguna maldad me domine;
líbrame de la opresión de los hombres,
y guardaré tus mandatos.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
enséñame tus decretos;
arroyos de lágrimas bajan de mis ojos
por los que no cumplen tu ley.

(Sade) Señor, tú eres justo,
tus mandamientos son rectos;
has decretado preceptos justos
sumamente estables;
me consume el celo,
porque mis enemigos olvidan tus palabras.
Tu promesa es acrisolada,
y tu siervo la ama;
soy pequeño y despreciable,
pero no olvido tus mandatos;
tu justicia es justicia eterna,
tu ley es verdadera.
Me asaltan angustias y aprietos,
tus mandatos son mi delicia;
la justicia de tus preceptos es eterna;
dame inteligencia, y tendré vida.

(Qof) Te invoco de todo corazón:
respóndeme, Señor,
y guardaré tus decretos;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus preceptos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia, Señor,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu ley.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.

(Res) Mira mi abatimiento y líbrame,
porque no olvido tu ley;
defiende mi causa y rescátame,
con tu promesa dame vida;
la salvación está lejos de los malvados
que no buscan tus decretos.
Grande es tu ternura, Señor,
con tus mandamientos dame vida;
muchos son los enemigos que me persiguen,
pero yo no me aparto de tus preceptos;
viendo a los renegados, sentía asco,
porque no guardan tus palabras.
Mira cómo amo tus mandatos,
Señor; por tu misericordia dame vida;
el compendio de tu palabra es la verdad,
y tus justos juicios son eternos.

(Sin) Los nobles me perseguían sin motivo,
pero mi corazón respetaba tus palabras;
yo me alegraba con tu promesa,
como el que encuentra un rico botín;
detesto y aborrezco la mentira,
y amo tu ley.
Siete veces al día te alabo
por tus justos mandamientos;
mucha paz tienen los que aman tu ley,
y nada los hace tropezar;
aguardo tu salvación, Señor,
y cumplo tus mandatos.
Mi alma guarda tus preceptos
y los ama intensamente;
guardo tus preceptos y tus mandatos,
y tú tienes presentes mis caminos.

(Tau) Que llegue mi clamor a tu presencia,
Señor, con tus palabras dame inteligencia;
que mi súplica entre en tu presencia,
líbrame según tu promesa;
de mis labios brota la alabanza,
porque me enseñaste tus decretos.
Mi lengua canta tu promesa,
porque todos tus preceptos son justos;
que tu mano me auxilie,
ya que prefiero tus mandatos;
ansío tu salvación, Señor;
tu ley es mi delicia.
Que mi alma viva para alabarte,
que tus mandamientos me auxilien;
me extravié como oveja perdida:
busca a tu siervo, que no olvida tus preceptos.

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