Los Obispos son los responsables de la Iglesia particular a ellos encomendada y son corresponsables de toda la Iglesia. Ejercen su autoridad en comunión de unos con otros y para toda la Iglesia bajo la autoridad del Papa.
Los Obispos tienen que ser ante todo Apóstoles, testigos fieles de Jesús, que los ha llamado personalmente a su lado y los ha enviado. De este modo llevan a Cristo a los hombres y a los hombres a Cristo. Esto se realiza mediante la predicación, la celebración de los sacramentos y el gobierno de la Iglesia. Como sucesor de los apóstoles, el obispo ejerce su ministerio con su propia autoridad apostólica; no es un comisionado o una especie de asistente del Papa, sino que actúa junto con el Papa bajo su autoridad.