El principio de la democracia es: todo poder emana del pueblo. Pero en la Iglesia todo poder emana de Cristo. Por eso la Iglesia tiene una constitución jerárquica. Al mismo tiempo Cristo le otorgó, sin embargo, una estructura colegial.
El elemento jerárquico en la Iglesia consiste en que es el mismo Cristo quien actúa en ella cuando los ministros sagrados por gracia de Dios hacen y dan lo que no podrían hacer ni dar por sí mismos, es decir, cuando dispensan, en lugar de Cristo, los Sacramentos y enseñan con su autoridad. El elemento colegial en la Iglesia consiste en que Cristo ha confiado la totalidad de la fe a una comunidad de doce Apóstoles, cuyos sucesores, bajo el primado de Pedro, dirigen la Iglesia. Partiendo de este enfoque colegial los concilios son un elemento irrenunciable de la Iglesia. Pero también en otros órganos colegiados de la Iglesia, en sínodos y consejos, pueden fructificar la multitud de los dones del Espíritu y la universalidad de la Iglesia de todo el mundo.