La conformidad entre vida y testimonio es la primera condición para el anuncio del Evangelio. Por ello la Doble Moral es una traición de la misión de los cristianos de ser «sal de la tierra» y «luz del mundo».
San Pablo fue el primero que recordó a la comunidad de Corinto: «Es evidente que sois carta de Cristo […] escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de corazones de carne». Los mismos cristianos, no lo que dicen, son la «carta de recomendación» de Cristo al mundo. Por eso es tan perjudicial para la nueva evangelización que pastores y fieles vivamos a veces como si Dios no existiera, escandalosamente acomodados a costumbres y opiniones de la anticultura secularista.