Dios mío, a través del sacrificio de nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, nos acercaste a ti y estás constantemente reanimándonos en la esperanza y en la confianza de Tu Salvación. Tú nos ofreces gratuitamente a todos, el don de tu Gran Amor, sé que Tú deseas para mí la vida, la comunión y la felicidad permanente y constante. Tú Señor enjugas mis lágrimas y me permites continuar con la confianza puesta en tu Gran Misericordia. Amén.
