No. El Esoterismo se equivoca ante la realidad de Dios. Dios es un ser personal; es el amor y el origen de la vida, no una fría energía cósmica. El hombre es querido y creado por Dios, pero él mismo no es divino, sino una criatura herida por el pecado, amenazada por la muerte, necesitada de redención. Mientras que las doctrinas esotéricas suponen en su mayoría que el hombre se puede redimir a sí mismo, los cristianos creen que únicamente les redime Jesucristo y la gracia de Dios. Tampoco la naturaleza y el cosmos son Dios (Panteísmo). El Creador, con todo su amor por nosotros, es infinitamente mayor y diferente a todo lo que él ha creado.
Muchas personas hoy en día hacen yoga por razones de salud, participan en cursos de meditación (Meditación) para estar en silencio y recogimiento, o asisten a talleres de danza para hacer una nueva experiencia de su cuerpo. No siempre estas técnicas son inofensivas. A veces son el instrumento para una doctrina ajena al cristianismo, el Esoterismo. Ningún hombre sensato debe compartir esta cosmovisión irracional en la que abundan los espíritus, los duendes y los ángeles (esotéricos), en la que se cree en la magia y los «iniciados» poseen un conocimiento secreto que se oculta al «pueblo llano». Ya en tiempos del antiguo Israel se desenmascararon las creencias en dioses y espíritus de los pueblos vecinos. Sólo Dios es el Señor; no hay ningún otro dios fuera de él. Tampoco hay ninguna técnica mágica mediante la cual se pueda conjurar «la divinidad», imponer sus deseos al universo y salvarse a sí mismo. Mucho del esoterismo es, desde el punto de vista cristiano, Superstición y Ocultismo.