Se actúa justamente estando siempre pendiente de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido.
El principio de la justicia dice: «A cada uno lo suyo». Un niño discapacitado debe ser apoyado de un modo diferente a uno superdotado, de forma que ambos reciban lo que necesitan. La justicia se esfuerza por la compensación y anhela que los hombres reciban lo que les es debido. También ante Dios debemos dejar que reine la justicia y darle lo que es suyo: nuestro amor y adoración.