Los Obispos no pueden actuar ni enseñar contra el Papa, sino únicamente junto con él. El Papa, por el contrario, puede, en casos claramente determinados, tomar decisiones sin el acuerdo de los obispos.
No obstante, el Papa en sus decisiones está sujeto a la fe de la Iglesia. Existe algo así como el sentido general de la fe de la Iglesia; una convicción fundamental en asuntos de fe, presente en toda la Iglesia y obra del Espíritu Santo, por así decir, el sentido común de la Iglesia, es decir lo que «ha sido creído siempre, en todas partes y por todos» (san Vicente de Lérins).