El Padre quería manifestar ya en la vida terrena de Jesús la gloria divina de su Hijo. La Transfiguración de Cristo tenía que ayudar después a los discípulos a comprender su muerte y resurrección.
Tres evangelios relatan cómo Jesús, en la cumbre de un monte, a la vista de sus discípulos, comienza a brillar (se «transfigura»). La voz del Padre celestial llama a Jesús «el Hijo amado», a quien hay que escuchar. Pedro quiere «hacer tres tiendas» y retener el momento. Pero Jesús está en camino hacia su Pasión. Se trata sólo de fortalecer a sus discípulos.